Mi Camino
Marché a Roncesvalles pensando que dejaba atrás mis miedos, mis errores,
todo aquello que no me gustaba de mi vida, lo que me había defraudado, pensaba
que me escapaba de mí mismo. Pero estaba equivocado, precisamente todo eso
que he mencionado es parte de lo que fui a buscar, todas esas cosas forman parte
de mí, esas cosas son "yo". Ese era el verdadero camino, el camino hacia mi interior.
El camino lo fue todo, fácil y duro, divertido y aburrido, frustrante y a la vez motivador.
Fue como cumplir un ciclo de una vida entera dentro de mi propia vida. Atravesé muchos
pueblos y ciudades que no conocía, y que sigo sin conocer, como si el camino no hubiera
pasado por aquellos sitios, como un camino fuera de este mundo, sin patria y sin nombre,
como un camino eterno en un lugar eterno. El camino lo fue todo, como digo, menos una cosa,
en absoluto fue un final. Me llevó a Finisterre, el fin del mundo, pensando yo que llegaría
al mismo tiempo, al fin de mí mismo. Cuando llegué y miré al mar, vi la cruz solar claramente
dibujada en sus corrientes, junto a la runa de la victoria, de fondo sonaba una gaita .... En aquel
momento sentí que los dioses me miraban por un instante, me sentí vivo por primera vez.
Sí, aquello no fue un final, ¡Aquello fue un amanecer! El inicio del camino más
duro y reconfortante de todos, el camino hacia mi destrucción y el camino hacia mi nacimiento,
el camino hacia mí mismo.
José Luís Reina
Julio 2004