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Los Principios del Kybalión.

Ciencia Hermética y Tradición.

Me sucedió un día que, cuando me comenzaba a interesar por los misterios esotéricos y tradicionales, alguien me comentó que, lo mejor era empezar leyendo los Principios del Kybalión, de Hermes Trismegisto. Así lo hice, y desde entonces puede decirse que esos principios universales e inmutables los he ido aplicando casi inconscientemente a todo lo que después iba acumulando en mi memoria racional y también en la intuición.

 Existen varias versiones del Kybalión, y casi todas ellas se limitan a enumerar los siete principios, junto a algunas frases más de Hermes, seguido de los comentarios e interpretación de los autores, la mayoría de los cuales proceden de escuelas teosóficas, cuyas interpretaciones son a veces muy poco acertadas, aventurándose a enumerar diferentes planos de la existencia con todo detalles, pasando a hablar de reencarnaciones y cosas por el estilo. 

Podría decirse que estos principios, son los siete pilares del Universo visible e invisible, lo que está y lo que no está al alcance del hombre. Profundizando en estos principios, a través de los años y de la escalada interna personal, se puede llegar a intuir, dentro de lo que nuestra naturaleza humana nos permita, los enigmas inexplicables para nuestra corta mente racional. Pero también veremos que en ellos descansan todos los fundamentos científicos de la ciencia profana, la cual, ante la auténtica ciencia no sería más que un juego en manos de unos niños inconscientes. Pero esta realidad sólo puede ser captada por una mente en la vía tradicional, que de esa manera podrá percatarse de que, muy a pesar de sus detentores, los descubrimientos lógicos e irrefutables de la ciencia no son sino verdades que, de una manera u otra, siempre se han sabido. Dejamos aparte, sin lugar a dudas, la gran cantidad de supuestos promovidos por la ciencia oficial, muchos de ellos sin fundamentos, en los que descansan toda una serie de teorías que no son más que el reflejo de un mundo sin Dios y sin ninguna intención de rectificar en ese sentido. 
 

Los Siete Principios

 1º Principio del mentalismo.

“El Todo es Mente, el Universo es mental”.

 En este primer principio se da a entender la concepción de la existencia de Un Dios, el Todo, al cual se le atribuye la categoría de Mente, lo cual, para el individuo humano que pueda leer estos principios, pueda ver que, de entrada, existe una reciprocidad entre ese Todo y él mismo: los dos son mentales. De esa manera es más o menos sencillo de entender que comparativamente, lo creado, no sería más que una imaginación de un Ser superior, de la misma manera que, aunque en una escala infinitamente inferior, el hombre es capaz de crear sus propios “universos” mentales. 

¿Cómo podríamos “demostrar” más aún si cabe este principio del mentalismo? Existe una constatación científica moderna que lo ilustra de una forma fehaciente. Se trata de la composición de todas las materias existentes. Sabemos que todos los cuerpos vivos (vegetales y animales) están compuestos por multitud de células, las cuales, unas junto a otras, de una manera especialmente ordenada, forman los tejidos, y éstos los diversos cuerpos. A sus vez, estas células de las que hablamos están compuestas por millones de sustancias cohesionadas en forma de moléculas. Y estas moléculas, igualmente, pueden descomponerse en átomos. Cuando los científicos modernos encontraron y percibieron la estructura atómica creyeron haber encontrado la unidad indivisible. Pero llegó la incertidumbre cuando esta estructura atómica también podía dividirse, y que sus componentes, electrones, neutrones y protones podían ser desintegrados, o sea también podían ser divididos. ¿Y en qué se transformaba todo? En energía. ¿Y qué es la energía? Realmente no es “nada”, es una especie de fuerza por llamarla de alguna manera. Y esta fuerza, la energía, es mesurable, pero habría otras fuerzas, más sutiles, originarias de ésta más grosera, que no serían mesurables por los instrumentos del mundo manifestado. 

¿Se entendería de esta manera pues la idea de que, en el fondo, todo lo existente, en el fondo “no existe”, y que es como algo mental, como una ilusión?

 Creo que este ejemplo “demuestra” que lo existente es un sueño, y que ese sueño es soñado por el Todo, por Dios. La vida sería un sueño “perfecto” de un Ser Superior, Inteligente e Infinito. La vida es sueño pues...

 2º Principio de Correspondencia.

“Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”.

 Es la relación entre macrocosmos y microcosmos. Y esta relación se expresa de múltiples maneras. De ningún modo quiere esto dar a entender una igualdad sino una similitud dentro de la diferenciación. Similitud a la hora de la estructuración, de la ordenación, de la distribución, de la organización. Y posiblemente la palabra similitud tampoco sea la correcta. El hecho de que “como es arriba es abajo” y viceversa, no indica una igualdad en el sentido estricto. Se refiere a una analogía, en fin a una correspondencia, y podría decirse incluso a una proporcionalidad.

 Si usamos la idea de los arquetipos, será más fácil de entender este principio. Esta idea implica la existencia de unos “moldes o patrones” a partir de los cuales todo lo existente sería como una reproducción, o un reflejo, de los mismos. Estos patrones se reflejarían de formas diferentes en los diferentes medios existenciales, siendo el mundo terrenal, o el universo manifestado, la expresión más baja y grosera de la existencia.

Una expresión de esta idea la tenemos en la frase bíblica de que Dios “creó al hombre a su imagen y semejanza”. La interpretación vulgar de esta idea llevó a hombre cristiano a representar a Dios como un hombre con barba blanca. Esto no sería así “en realidad”, pero en el fondo tampoco debería ser del todo incorrecto, puesto que el Hombre es algo que emana de Dios. Reflejo de esta idea es también el principio cristiano del Dios que se hace Hombre, o de los ideales paganos del hombre que se hace Dios.

 Esta analogía entre arriba y abajo, indica la existencia en el fondo de un lenguaje común no ya para el universo manifestado sino para todos los planos de la existencia. Este “lenguaje” sería el simbolismo. El símbolo, tal como se representa ante los ojos del hombre, sería diferente a la forma de representación ante los ojos de otros seres, en otros planos existenciales, pero la “traducción” al plano existencial del hombre, de la naturaleza manifestada, sería una “adaptación” de esos principios arquetípicos procedentes de “arriba”.

 Esta idea de la correspondencia es uno de los principios herméticos más usados para explicar los misterios de la divinidad y de la existencia.

 El conocimiento de esta analogía o correspondencia entre todo lo existente en los diferentes grados, es una de las claves para saber leer o captar el auténtico lenguaje de la sabiduría iniciática. La maravilla de la Creación estriba en que todos los organismos que la componen, vivientes y no vivientes, tienen un análogo funcionamiento, aunque expresado de diferentes maneras y formas. La exacerbación de esta idea sería el pretender que todos somos iguales, pero que sólo los hombre somos iguales, excluyendo a los otros seres, con lo que demuestra un marcado interés filosófico y político de pretensiones claras y determinadas. En el extremo opuesto se colocarían las visiones estrictamente religiosas exotéricas, ante las cuales nada tiene que estar relacionado forzosamente, y todo sería algo sí como un capricho o un azar de un pretendido Dios ajeno al hombre y sobre todo muy lejano en su propia naturaleza.

 3º El Principio de la vibración.

“Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra”.

 Podría relacionarse este principio con la idea de que nada es lo que parece. Toda aparente tranquilidad encierra un sinfín de turbulencias por ínfimas que éstas sean. El cuerpo más reposado está repleto de inacabables pulsaciones que van y vienen. Las células de todo organismo son auténticas fábricas incansables. Incluso los organismos no vivientes, los minerales, en sus partículas más ínfimas, las moléculas, los átomos, los electrones, manifiestan una energía circulante sin cesar.  

Cuando el hombre reposa, su cuerpo no lo hace, ni tampoco su inconsciente a través de los sueños. El cese de la actividad consciente, no implica el de la actividad inconsciente.

 El conocimiento de la existencia de estas vibraciones permanentes, permiten incidir en la armonía de todos los organismos para mantener su perfecto estado de equilibrio interno.

 Esta influencia vibracional es un vehículo que se utiliza en la medicina tradicional de todos los tiempos. La energía liberada por un mineral puede afectar a cualquier organismo que le rodee. La radiactividad sería la manifestación “más material” de esta microvibración. Esto quiere decir que puede tener influencias equilibradoras tanto como alteradoras de los organismos de toda índole. Si la influencia más grosera sería la radiactividad, la manifestación más sutil no podría ser captada por ningún aparato de medida, y equivaldría a una fuerza invisible, que traspasaría el plano de la existencia material, llegando al plano más psíquico, y esta fuerza sería la utilizada por la magia tradicional.

 En analogía con esta influencia de incidencia material, como la radiactividad, o de incidencia psíquica como la fuerza mágica, se encontraría, aunque ya en un nivel infinitamente superior, el de la influencia superior o espiritual. Esta influencia afectaría realmente a los planos superiores de toda cosa, viviente o no, existente. El efecto producido acabaría reflejándose posteriormente en todos los planos de la existencia de ese individuo o elemento. Esto permitiría que, “desde arriba”, pudiese transformarse la naturaleza de los metales (el plomo en oro), siendo el fundamento de la Alquimia medieval, pero que no sería diferente a trasmutar al hombre vulgar en hombre-dios o superhombre, y este sería el objeto de la iniciación, la cual sería trasmitida previamente a través de una influencia espiritual, de igual eficacia, aunque de naturaleza diferente y superior, al de la radiactividad de los cuerpos físicos. De hecho, Guenón utiliza la palabra “vibración” para definir de alguna manera la naturaleza de la influencia que se transmite mediante la iniciación.

 4º El principio de Polaridad.

“Todo es doble; todo tiene dos polos;
todo su par de opuestos;
los semejantes y los antagónicos son lo mismo;
los opuestos son idénticos en naturaleza pero diferentes en grados;
los extremos se tocan; todas las verdades son semi-verdades; todas las paradojas pueden reconciliarse”.

 El principio de la relatividad se basa en que lo que es positivo para una cosa lo es también negativo para otra. Toda cosa tiene pues su aspecto bueno y su aspecto malo. La exageración de este principio cae en el maniqueísmo. Y ¿qué significaría esta exageración? Pues sencillamente el carecer de una visión superadora, una visión que comprenda la realidad de ese mundo dual, pero también la superación del mismo. Podría hablarse de superación, pero también de redención o integración. Esto nos recordaría la idea de la reintegración con la sombra, en el nivel psicológico humano, para conseguir la totalidad.

 La visión dual no debe llevar a una consecuencia fatalista, a un enfrentamiento sin remedio y permanente, lo cual sería exclusivamente destructivo, sino que la comprensión íntegra de esta polaridad nos lleva a su misma superación. Podríamos sintetizarlo diciendo que la visión exotérica llevaría al enfrentamiento sin solución, sin redención posible, sin superación, es decir conduce a la destrucción sin remedio. En cambio, el conocimiento y la aceptación de este principio nos llevaría a la superación del mismo. Ya no se caería en el enfretamiento de las partes sino que se produciría el efecto creador, frente al efecto destructor.  

En un mismo plano de la inteligencia vulgar humana, los opuestos tienden a enfrentarse, tanto dentro de un hombre mismo como entre hombres, uno contra otro. Pero la calidad que puede obtener un hombre a través del Conocimiento, permitirá que los opuestos recuperen el papel generador que produce la naturaleza.

 Así como macho y hembra producen un nuevo ser, positivo y negativo pueden producir una nueva energía. Pero ante una visión relativa de las cosas, lo positivo es contrario a lo negativo, lo bueno de lo malo. Está pues en la visión totalizadora la solución a todos los antagonismos.

 Por otra parte, así como todo lo bueno tiene su parte mala y todo lo positivo tiene su parte negativa, también todo lo masculino tiene su parte femenina, y todo lo femenino su parte masculina. 

En este principio de la polaridad se basa el concepto del Ying y el Yang. Y ambos juntos se complementan siendo partes complementarias de la Totalidad.

 5º Principio del Ritmo.

“Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso;
todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo;
la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda;
el ritmo es la compensación”. 

Mantenerse en la existencia manifestada significa estar sometido a las leyes cíclicas que puedan mantener esa existencia. Uno de los principios de esa perfección que es la Creación es el ritmo. Todo alejamiento de la tierra respecto al sol es correspondido con un próximo acercamiento. Las estaciones se compensan entre ellas.

 Para que el péndulo tenga fuerza para ir hacia la izquierda debe de venir impulsado desde la derecha.

 Todo en la naturaleza está sometido a esta ley del péndulo, y todos los seres van y vienen a la misma vez con los ritmos acompasados de la naturaleza y de los astros.

 El hombre, que tiene capacidad de vida propia, autonomía relativa con respecto a la naturaleza, sufre también estos ciclos en sus eventos sociales, en sus manifestaciones culturales. Y esta ley se cumple siempre, aún cuando él no sea consciente. Toda civilización ha encontrado, hasta el momento, su ocaso, y la nuestra también lo encontrará. El hecho de que el hombre actual no sea consciente de ello, no significa que no se cumpla, sino que, muy al contrario, las fuerzas cósmicas actuarán más despiadadamente, por el hecho de que el hombre, en su ignorancia, no intentará poner ningún remedio. Si fuese consciente de esta ley, no significa que pudiese evitarla, sino que el mismo hecho de conocerla significaría que la acepta y trabajará en consecuencia. Pero este desconocimiento es un síntoma de que se está llegando a un extremo desde el cual se ha de retornar otra vez al origen, en cuyo camino de vuelta, el hombre volverá a ser consciente d todo lo que ha olvidado hasta ahora.

 Esto nos lleva a hablar de las famosas etapas por las que pasa toda existencia ligada al hombre: las edades dorada, argéntea, bronce y hierro. En la actualidad estaríamos en la última, siendo una consecuencia de ello lo que más arriba decíamos acerca de la no-consciencia respecto al cumplimiento de la ley de la oscilación. El conocimiento de ella no implica que no pueda llegar, pero sí el que se pueda retrasar. Una sociedad concreta puede evitar, en base a su propia consciencia, la caída, pero no será nunca dueña de lo que sucederá con sus sucesores, y por eso mismo “lo natural” es que tarde o temprano llegue la decadencia, pero toda decadencia es como un fruto seco que cae del árbol, desde el cual se desgajarán sus parte muertas, y se liberarán las semillas, las cuales posibilitarán otra vez el surgimiento de otro árbol.

 Sabiendo esto, toda persona de conocimiento siente satisfecha su inquietud. Sabe que todo lo que cae vuelve a subir. Y lo más importante es que, incluso en la época más obscura, unos pocos vivirán dentro de sí la luz que nunca se ha apagado. Por eso mismo, lo importante no es mantener vivo el Imperio en el exterior, sino mantenerlo eternamente vivo en los corazones. La vía iniciática asegura esta eterna continuidad, este hilo conductor, sin el cual, la ley cíclica dejaría de cumplirse en la civilización humana, con lo cual no sería posible la existencia de la consciencia en el Universo. 

Al hombre vulgar le preocupa que aquello por lo que lucha, según esta ley, pueda volver a caer, en caso de conseguir el apogeo por el que lucha. Pero él mismo es víctima de esa misma ley cíclica. Podrá no creer en ella. Podrá creer que el hombre es capaz de mantener un eterno paraíso en la tierra, pero cuando menos se dé cuenta, él mismo se habrá cansado, si no se ha incluso desanimado. Habrá visto al final que no ha cumplido todos sus propósitos heroicos. Pero incluso en las excepciones estelares de la historia, aquéllos que consiguen un apogeo son incapaces de que éste se mantenga después de muertos ellos mismos.

 Toda persona mantiene dentro de sí este flujo que le hace variable e inestable periódicamente en su vida. El conocimiento de ello le proporciona un dominio de sí mismo. No significa que por ello lo pueda evitar. La naturaleza de cada uno le afectará según su constitución física y psíquica. Esto no será fácil de variar, pero sí que podrá “programar” su propia existencia basándose en ello, y eso ya será un triunfo.

Cuando llega el momento en que el hombre se siente responsable y portador de una llama eterna, toda fluctuación natural fuera o dentro de él mismo se convierte en algo secundario para su existencia, sin que ello le altere más allá que un simple resfriado.

 La llama eterna arrasa y supera toda fluctuación, aunque no la elimina, sino que la ilumina. Una vez más se trata de triunfar sobre las leyes a base de conocerlas y de ver en ellas su lado trascendente, que será sobre el que cabalgue el caballero monje, poeta y guerrero.

 6º El Principio de Causa y Efecto.

“Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa;
todo sucede de acuerdo con la Ley;
la suerte no es más que el nombre que se le da a una Ley no conocida;
hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley”.

 Toda cosa ha sido producida o causada por otra, y ésta a su vez por otra, y esto nos lleva al infinito cuya grandeza es inconcebible para la mente humana. Siendo la Causa Primera y Ultima, el mismo Todo, o  Dios.

 Así como todas las demás, esta es una Ley desconocida de hecho por el vulgo, aunque todo el mundo la menciona de vez en cuando. Es decir, casi todo el mundo la conoce pero nadie es consciente, ni actúa en consecuencia.

 Trabajar en un sentido da un fruto determinado. De este fruto siempre hay dos partes: la que esperamos y la que no esperamos. Ambas habrán sido causadas por muchos factores, mayores en número de lo que inicialmente calculamos, y muchos más de los que seamos conscientes.

 Todo lo que se hace tiene su consecuencia posterior. Incluso el no-hacer sería un hacer determinado, por ello la inactividad puede tener consecuencias a veces positivas y a veces negativas.

 Lo que en la Antigüedad era fruto del conocimiento con respecto a las acciones del hombre en su entorno, ha quedado hoy como mera superstición. Y todos los malos efectos que recibimos se atribuyen a la mala suerte.

 Todo lo que nos pasa tiene una causa. Quizás no seamos consciente de ella, quizás la ha provocado otra persona u otro ser,  pero el desconocimiento de ello no implica que no sea así.

 Nuestros antecesores actuaron sobre nosotros, y nosotros actuamos sobre nuestros futuros descendientes aún por nacer. Esto es demasiado evidente incluso para el inconsciente mundo de hoy. Pero hay muchas más cosas que el hombre ya no capta o no quiere captar. La insensibilidad hacia todo ser que le rodea, en vez de hacerle más libre le hace más víctima hasta del más diminuto ser.

 En el mundo pagano, incluso en la época que conocemos algo, ya tardía y degenerada, se caracterizaba por un respeto y una actuación en consecuencia hacia los animales, hacia los árboles y las plantas, que ya no se conciben hoy. Incluso la consideración hacia fuerzas o seres de otros mundo siempre se tuvo presente, y hoy se toman por irreales y fantasmagóricos. Ello no hace sino que aumentar las causas de unos mayores efectos negativos si es que aún le cabe al hombre de hoy.

 La sensibilidad que desarrolla el hombre que adopta la vía del conocimiento le hace captar un sinfín de esas causas que sus homólogos zoológicos ya no perciben ni por asomo. Cuando la inconsciencia de un comunidad hacia su entorno natural y sutil le hace causar unos daños irreparables, la simple presencia de un hombre de conocimiento puede llegar a paliar los efectos negativos de esas causas iniciales. El hombre de conciencia superior puede actuar en su entorno pero nunca será suficiente, ya que el alcance de los efectos negativos serán cada vez mayores e irreparables.

 Esta Ley de Causa y Efecto es la que rige cuando, en las leyendas e historias que conocemos, se relaciona la época de decadencia con la sequía, la pobreza en la naturaleza, la muerte y la miseria. Cuando se pierde el cordón umbilical que une al hombre con el Conocimiento, todo a su alrededor cae y degenera, todo se malchita y se corrompe. Pero cuando se restablece el orden, cuando se reconquista el Graal, los árboles vuelven a florecer y los paisajes vuelven a ser verdes.

 El hombre que quiere caminar por la vía superior, debe de regirse por una norma de respeto y un afán de conocimiento. Lo que al principio son normas impuestas por él mismo o por sus superiores, se convierten, con el tiempo, en una claridad de visión en la que la causa y el efecto de todo acto permanece implícitamente consciente en él, pero no ya en la consciencia limitada del cerebro sino en la Otra Consciencia que paralelamente, en su Ser superior, se va forjando.

 7º El Principio de Generación.

“La generación existe por doquier;
todo tiene sus principios masculino y femenino;
la generación se manifiesta en todos los planos”.

 Anteriormente hablábamos de la dualidad que existe en todo. Un aspecto de esa dualidad es lo femenino y lo masculino.  La mitología nos habla de un origen hermafrodítico del hombre, pero no es que no tuviese sexo sino que era a la vez femenino y masculino. Fruto de ese origen es el hecho de esa dualidad que permanece aún en el hombre. Esa parte femenina que es el “anima” y esa parte masculina en la mujer que es el “animus”.

 La consecuencia de esta dualidad es la posibilidad de generar, de crear a otros seres semejantes a ellos.

 La generación siempre fue culto obligado en todas las religiones paganas. Por ello, el sexo, como órgano reproductor fue venerado y respetado como algo sagrado.

 Pero no sólo debe hablarse del sexo como algo exclusivo para la generación carnal. También mediante el sexo se produce la generación espiritual. Este era el fundamento del tantra-yoga hindú, que no sería más que una técnica de generación basada en orientar el flujo sexual en dirección opuesta a la de la reproducción carnal.

 También este tipo de generación, hablando de forma más esotérica, sería el fundamento de toda alquimia iniciática, es decir de toda trasmutación interna.

 El iniciado conseguiría el nuevo nacimiento efectivo (objetivo último de la iniciación) a través de un proceso que nos ha sido definido simbólicamente mediante los escritos alquímicos. Se trataría de un desposorio místico entre el Hombre y su Amada interna, del cual tendría lugar el nacimiento de un nuevo Ser. Éste sería el fin último de esa dualidad existente en el hombre. Fin que ha sido olvidado y alejado de las posibilidades del hombre actual, lo cual explica el grado de degeneración existente a esta altura de la civilización.

 Frases del Kybalión.

 Como reflexión de todo lo que se ha comentado hasta ahora y para apoyar los siete principios meniconados, seleccionamos las frases más conocidas del Kybalión.

 –Más allá del Cosmos, del Tiempo, del Espacio, en todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la Realidad Substancial, la Verdad Fundamental.

 –Lo que constituye la Verdad fundamental, la realidad sustancial, está más allá de toda denominación, pero el sabio lo llama Todo.

 –En su ausencia, el Todo es incognoscible.

 –Mas, el dictamen de la razón debe ser recibido hospitalariamente, y tratado con respeto.

 –El Todo debe ser infinito, porque nada puede existir que defina, limite oponga restricciones al Todo. Debe ser infinito en el tiempo, o Eterno, debe haber existido siempre, continuamente, pues nada puede haberlo creado jamás, y algo nunca puede surgir de la nada...No está sujeto a ningún poder, porque no hay otro que el Suyo.

 –El Todo debe ser inmutable, esto es, no sujeto a cambio en su naturaleza real, porque nada existe que pueda obligarlo a cambiar. No puede ser aumentado ni disminuido, ni ser mayor o menor bajo ningún aspecto. Debe “haber sido” siempre y debe seguir “siendo” siempre también idéntico a lo que es ahora : Todo. Nunca ha habido, ni hay, ni habrá algo en lo que pueda transformarse o cambiar.

 –Siendo el Todo infinito, Absoluto, Eterno, Inmutable, debe deducirse que todo lo que es infinito, mutable, transformable y condicionado no puede ser el Todo. 

–El universo es una creación mental sostenida en la mente del Todo.

 –El Todo crea en su mente, infinita, innumerables universos, los que existen durante eones de tiempo, y así y todo, para Él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significan más que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos.

 –La mente infinita del Todo es la matriz del Cosmos.

 –No hay nadie que no tenga padre o madre en el Universo.

 –En la Mente del Padre-Madre, los hijos están en su hogar.

 -–El sabio a medias, reconociendo la irrealidad relativa del Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes. Ése no es más que un tonto, vano y presuntuoso, que se estrellará contra las rocas y será aplastado por los elementos.

 –Si bien es cierto que todo está en el Todo, no lo es menos que el Todo está en todas las cosas. El que ha comprendido esto debidamente, ha adquirido gran sabiduría.

Francesc Sánchez-Bas, 17.2.2001

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