Textos

Simb0lismo de las Catedrales, 2

Las Cualidades del Iniciado

(Adaptación del trabajo realizado por el Dr. Carlos Raitzin sobre el simbolismo iniciático de la Catedral de Metz)

 

  

LA RAMA SECA

  La rama seca es símbolo iniciático de regeneración. Muerto a una etapa vital (está seca, no muerta), se prepara para renacer en otra, en virtud de su vida interior. Simboliza la materia a divinizar, la  entrada en la comunidad iniciática a través de pruebas purificatorias, tanto simbólicas como reales. En tal sentido, tiene relación con el Primer Guardián del Umbral. Sus hojas han caído, lo que tiene relación con el despojamiento de los metales. Alquímicamente corresponde a la putrefactio y a la nigredo (la Obra al Negro, primera etapa de la Gran Obra alquímica). Es la noche oscura del alma a la que se refiere Juan de la Cruz. La vida está latente, inmanente, con todas sus posibilidades pero no hay ninguna exteriorización (Pravritti en la terminología sánscrita). Todo el proceso es interior y esto debe comprenderlo bien el iniciado. Es necesario tornarse hacia adentro (Nivritti) en la quietud de las meditaciones y en la contemplación de los símbolos. Es el retorno hacia sí mismo, imprescindible para entrar de lleno en la Vía Iniciática. La  apariencia externa es de muerte y así el iniciado debe desear aparecer como la nada ante los ojos de los demás. Aquí todo es desolación y los vanidosos y superficiales pronto se desanimarán y querrán buscar otros caminos. La rama seca es el símbolo del ser humano aislado en el universo por la ilusión de la dualidad, quien no ha percibido aún los nexos invisibles entre los múltiples aspectos y fragmentos de la Vida Una, entre los seres y las cosas, entre la coherencia del pensamiento y las posibilidades superiores de conocimiento. El aspirante da sus primeros pasos, se encamina lentamente, pero aún le queda un largo camino para que pueda percibir el Todo en el Todo, como decían los antiguos. Rama seca y materia a divinizar son  nociones paralelas que ofrecen una clave y abren una puerta.

 

 EL ÁGUILA O LA INTUICIÓN DE LA LUZ

  Aquí se encierran múltiples significados, algunos evidentes, otros recónditos. El águila es ante todo signo de elevación y por ende de Espiritualidad. Ave solar por excelencia, representa al neófito o recién iniciado que comienza a alcanzar nuevas alturas y perspectivas metafísicas. En él nace la intuición intelectual, aún incipiente, que lo conduce lenta y gradualmente a la percepción directa de la verdad. Se abren para él nuevas modalidades superiores de Existencia, Conocimiento y Dicha (SAT - CHIT - ANANDA), que antes le eran por completo desconocidas. Esto nos quita de los ojos la venda fatal del error (ver grabado) o sea, la ceguera enraizada en la ignorancia, el fanatismo y la superstición. Esta ignorancia es la causa de todos nuestros males y sufrimientos. 

  Así el águila se torna símbolo de SABIDURÍA y de CONOCIMIENTO ESPIRITUAL. Recordemos que la Sabiduría no es el saber ordinario, sino mucho más: es la fusión entre el Amor que sabe y el Saber que ama

 La venda ha caído y nuestros ojos, cegados por las tinieblas del mundo exterior, han visto la LUZ. Ha comenzado la Aurora del Conocimiento.

  

EL TORO ALADO

  El toro es símbolo tradicional de potencia, fogosidad y fertilidad, por ende de pasiones. Aquí el toro descansa y le han surgido alas. Las pasiones se han controlado (descanso) y sublimado (alas). Pero el toro conserva un pie en la tierra. El no ha perdido el contacto con lo terrenal o sea que el Iniciado no ha dejado de ser un ser humano. Puede sentir, puede incluso gozar, pero el centro de su interés está ya no es el de antes. Conserva el contacto con la realidad y la solidez del buen sentido. Es símbolo de FUERZA y VIGOR armoniosamente controlados y dirigidos. El toro dormido alude a la guna o cualidad tamas de nuestra naturaleza inferior, la que corresponde a inercia, pesadez, y abandono. Pero, al mismo tiempo, el símbolo sugiere la necesidad de conservar el equilibrio y la calma, llevados y motivados por una aspiración de orden más elevado (representada por las alas).

  Ligado al signo zodiacal de Tauro, supone conservar siempre en la vida el buen sentido práctico. Este buen sentido nos quita las falsas ilusiones que vendan nuestros ojos. Una cualidad a desarrollar aquí junto con la fuerza y vigor es la tenacidad. Solo así podremos construir acabadamente nuestro templo interior, enfrentando sin desmayos cuantas dificultades se presenten en la empresa. 

  Con calma, tesón y alegría se llevan a cabo las grandes empresas y, lo que es mucho más importante aún, al tornarse el ser humano por completo sincero e inegoísta, sacraliza todas sus acciones. Todo lo que toca se convierte en oro. He aquí una muy importante clave para descubrir el secreto de los constructores iniciados de antaño. Y aún hay más pues de este modo se descubre la verdad oculta que hay en las palabras de LAO- TSE. “En manos del hombre correcto, el medio incorrecto se vuelve correcto; en manos del hombre incorrecto, el medio correcto se vuelve incorrecto”.

 

LAS MASCARAS O LA DUALIDAD

 

 

  El ser humano vive sometido al conflicto de los opuestos o juego de las dualidades, cosa que le ocasiona permanente conflicto y sufrimiento. Es la lucha permanente entre la alegría y la pena, el placer y el dolor, lo atractivo y lo repulsivo, el amor y el odio (Ver Fig. 11-1). Durante ese tiempo el individuo se halla desestabilizado interiormente y es presa de emociones negativas. 

  La calma se recobra al lograr la síntesis o equilibrio de los opuestos, trascendiendo las dualidades al lograr la UNIDAD. Cesa la agitación debido a que se logra la comprensión primero por obra de la voluntad y luego desde un estado de conciencia más elevado. Sin embargo debe subrayarse que la UNIDAD no es propiamente un resultado del esfuerzo sino un DON DE LO ALTO. Este sin embargo requiere un arduo trabajo preparatorio. Sería tonto pensar que las altas metas espirituales pueden alcanzarse con solo unos pocos minutos diarios de esfuerzo. La clave de tal trabajo preparatorio es siempre LA MEDITACIÓN junto a disciplinas complementarias como ser Mantras. Todo lo demás llega a ser secundario cuando no superfluo o absurdo. También tiene que ver mucho para conseguir esa meta el querer conseguirla, y eso quiere decir que uno debe revisar cuáles son las aspiraciones reales de su vida. Y si esta aspiración es "una de tantas", jamás se conseguirá.

  La individualidad (o aspecto superior de nuestra naturaleza humana) se debe afirmar en detrimento de la personalidad (aspecto externo e inferior de nuestra naturaleza). Las emociones deben ser controladas a voluntad (Fig. 11-2). Uno puede y debe mostrar una sensibilidad pero no dejarse arrastrar por la misma.

FIG. 11-2

 

  Nótese en esta segunda figura que ya no aparecen los vientos que simbolizan la tormenta interior generada por las pasiones, la agitación, la ira y otras emociones. Estas se han calmado y surge como consecuencia un estado interior de paz (Shanti), calma y ecuanimidad (Samatwa).

FIG. 11-3

  En la Fig. 11-3 el personaje eleva ambas máscaras. La expresión del rostro ahora refleja equilibrio y autocontrol. El simbolismo es claro: se trata de lograr y mantener la paz interior (Shanti) elevando la conciencia y practicando la ecuanimidad (Samatwa). Esto se puede lograr por medio de la práctica asidua de la MEDITACIÓN (Dhyana), pero no exclusivamente, pues existen actitudes individuales que llevan a la misma meta. Nótese que ahora la expresión de ambas máscaras es mucho más placentera.

FIG. 11-4

  En la Fig. 11-4 ambas máscaras se hallan no solamente elevadas sino también en cierta relación geométrica con el rostro del personaje. Aquí hay un antiguo secreto expresado geométricamente. Los tres rostros se hallan alineados y hay una relación de distancias basadas en la llamada "divina proporción" (o proporción áurea). La distancia de la máscara de la derecha al rostro del personaje es a la distancia (mayor) de la otra máscara al rostro como la proporción de esta última distancia a la distancia total entre ambas máscaras. Esta DIVINA PROPORCIÓN, tan usada por los artistas de todos los tiempos, es símbolo aquí de BELLEZA y ARMONÍA. Estas se logran, precisamente, por la elevación de la conciencia, lo que armoniza la personalidad. Nótese que la máscara (en latín "persona") alude directamente a la personalidad o modalidad aparente y externa del Ser o individualidad (Atma) que es la chispa divina encarnada.

 

EL DRAGÓN O EL PRIMER GUARDIÁN DEL UMBRAL

  Debe recordarse que en muy diversas tradiciones, los dragones y los toros  son animales con los que combaten los héroes solares (es decir los iniciados): Sigfrido, Mitra, Hércules, Jasón, Horus, Apolo... El dragón es un tetramorfo (al igual que la esfinge que es otro símbolo de aparición frecuente). Alude normalmente a los cuatro elementos (aire-alas, agua-cola, fuego-llamas, patas con garras-tierra) y, por ende, a la purificación por tales cuatro elementos. Este proceso es normal en la Vía Iniciática. El dragón es símbolo de nuestra naturaleza inferior (Prakriti), que debe ser vencida y dominada pero no muerta, para que sobrevenga el reinado del espíritu (Purusha). 

  En síntesis, el dragón es símbolo de purificación. A este dragón lo hemos fabricado nosotros mismos a lo largo de los eones. Hablando impropiamente, son los efectos kármicos acumulados. Para seguir adelante, debemos acometer la terrible lucha con este dragón que nos cierra la puerta hacia la caverna donde se halla el Tesoro de los Tesoros. Y como nuevos Sigfridos, debemos bañarnos en la sangre del dragón Pfafnir tras vencerlo y así estará libre el camino hacia el tesoro de los Nibelungos,, oculto en el seno de la tierra, es decir en nosotros mismos. Para que el alma pueda alzarse en presencia de los Maestros, es necesario que los pies se hayan bañado en la sangre del corazón.  

  

EL DELFÍN

  El delfín representa una nueva etapa o condición material (o gúnica) deseable, que se debe adquirir primero para superarla después. Esto puede leerse en el Srimad Bhagavad Gita, donde Srí Krishna afirma: “No seas trigúnico, oh Arjuna”. El delfín corresponde a la cualidad o guna Sattwa que equivale a ritmo, armonía y gracia. Es menester aclarar brevemente esto pues el símbolo indica la necesidad de armonización interior con el infinito, equilibrando los ritmos personales con las vibraciones del cosmos. Esto supone una formación cosmológica que permita al Iniciado vivir en paz con la vida. No olvidemos además, que el Delfín ha sido desde siempre considerado el rey de los pisciformes y próximo al hombre por sus facultades. De él se afirma que cruza las aguas, yendo directamente a su meta, sin extraviarse en caminos sin salida ni dejarse desviar por corrientes traicioneras. Así el Iniciado debe tener clara su meta y su firme voluntad no le permite desviarse de la senda ni malgastarse en pequeñeces.  Afirman las sagas del mar que el delfín ayuda a los náufragos a llegar a la playa salvándolos así de una muerte segura. Es pues éste que nos ocupa un símbolo del Maestro y de la voluntad de servicio al mundo inocente tanto en el orden espiritual como en el material, cosa que debe ser la cualidad permanente y distintiva del Iniciado.

  

LA PALOMA

  Aquí el simbolismo es claro, la paloma con el olivo representa al alma en paz. Ninguna turbulencia propia del mundo profano debe perturbar esa paz profunda, esa calma interior tan necesaria al iniciado como la vista al pintor. La paloma también indica el camino del retorno al hogar o sea, la senda de reintegración o Vía Iniciática. También es el símbolo de la Gracia Divina que nos llega para darnos nueva fuerza y vigor (El Atma-Shakti de la tradición hindú). El motivo simbólico que nos ocupa, aparece claramente expresado en el “Relato del Grial” aria de la ópera Lohengrin de Richard Wagner. Por último, la paloma mira hacia atrás. Esto resalta la necesidad de ser tan mansos como precavidos. Lo dice bien el Evangelio: “Sed mansos como palomas pero astutos como serpientes”. 

 

 

EL ELEFANTE

  

   Se afirma que el elefante nunca olvida y es por ello símbolo por excelencia de la experiencia y la prudencia. Por su carácter pacífico se lo asocia naturalmente a la reflexión prolongada. En consecuencia es el símbolo del Pandit. Así se denominaba en la India antaño al sabio que había quemado las pasiones en el fuego del entendimiento. El elefante es símbolo de paciencia e inteligencia receptiva. Como recuerda cuanto le acontece, se lo asocia simbólicamente con la Omnisciencia o, al menos, la adquisición de grandes conocimientos. Es así un Sabio, un Gnani y esto también tiene relación simbólica con sus grandes orejas, pues sabe escuchar y nunca olvida. Cualidades éstas que son absolutamente deseables para un auténtico iniciado. Libre de turbulencias internas y externas, el deber esforzarse por aprender y retener cuanto le sea posible, esforzándose más y más en captar el sentido último de la existencia humana.                    

   La oreja es también símbolo de la transmisión iniciática dado que una parte del rito iniciático se efectúa de boca a oído. Las grandes orejas representan pues aquí la avidez del discípulo por escuchar en silencio las palabras del Maestro.                           

  

LA SERPIENTE O LA INTELIGENCIA ACTIVA

 

   La serpiente es un símbolo polivalente por excelencia. Representa tanto al Mal como a la Sabiduría, tanto al Abismo como a  la Inteligencia activa. Es por ello que hay que ser prudente y evitar aquí interpretaciones apresuradas. El hombre y la serpiente representan por lo general el duelo de la fuerza y la inteligencia contra la materia (Leyendas de Jasón y Medea, Adán y Eva). Aquí el hombre doblega a la materia. Es un simbolismo análogo al del cincel y el mazo actuando sobre la piedra bruta. La inteligencia supone aquí una apertura al verdadero conocimiento. Esta apertura  corresponde a un renacimiento iniciático (simbolizado por la muda de piel de la serpiente). En otro nivel más elevado de interpretación, el hombre capta la Serpiente Cósmica. Esta (al igual que el Sutra-Atma, el alma-hilo de los hindúes) representa la Omnipresencia del Ser Supremo en cada átomo de la Creación (así como el hilo se inserta y recorre cada cuenta de un collar o rosario). La experiencia iniciática correspondiente a este hecho es la Unidad (o bien Visión Beatífica, como a veces se la llama). Además, la serpiente dominada representa, como se ha dicho, la inteligencia activa y la tranquilidad afable del hombre, el que se halla libre de veneno (odios, rencor, celos, fanatismo). 

 

LOS MISTERIOS MENORES

LA TEMPERANCIA

  Aquí tenemos por lo menos dos niveles de significación. Uno se refiere al orden ético-moral de la vida. Alude a la sobriedad y mesura que deben practicar los seres razonables. Es bien conocido esto debido a que corresponde a uno de los arcanos del Tarot. Pero la temperancia se refiere a mucho más que el mero comer y beber y el control de las pasiones y apetitos en general. Supone en rigor, introducir el espíritu en la materia para dominar a ésta. Naturalmente esto tiene muchas implicaciones pues supone el completo dominio de nuestras reacciones ante cualquier tipo de estímulos tanto externos como internos. Supone la trascendencia del existir, manteniéndonos ecuánimes y serenos ante la pena y la alegría, el amor y el odio a nivel humano, el honor y el deshonor, el placer y el dolor, la fama y la ignominia. Pero hay otro nivel de significación mucho más recóndito que hace a la energía de la vida y su transmutación, lo que justamente está indicado en el transvase de una copa a la otra. Esto alude a la transmutación de la energía sexual en energía espiritual, lo que permite no solo ascender a muy elevados niveles de conciencia sino además, llegar a la completa realización espiritual en los Misterios Menores. No olvidemos que esta transmutación que mencionamos es lo que los Maestros hindúes denominan el despertar de la diosa Kundalini en el Chakra básico o de la espina dorsal (Muladhara).

 

EL PELICANO

FE, ESPERANZA Y CARIDAD

  El pelícano es un símbolo que se halla con frecuencia, tanto en las Ordenes Esotéricas como en las iglesias católicas. Esto último no es extraño, pues a nivel religioso es el símbolo de Cristo. Esto por cuanto la leyenda narra que el pelícano puede llegar, por su amor paternal, a alimentar a sus hijos con su propia carne en caso de necesidad. Así lo vemos representado por ejemplo en un hermoso vitral de la catedral de la Plata. En un nivel más recóndito, aparece en la Masonería de Rito Escocés, en el Grado 18º. Decimos recóndito pero no iniciático, dado que esa Masonería carece de transmisión espiritual efectiva siendo por tanto pura y exclusivamente simbólica en sus ceremonias, cuando no se transforma pura y exclusivamente en una parodia de espiritualidad. En las catedrales como aquí se suele representar al pelicano con tres polluelos o crías que suelen asociarse a las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. En el símbolo del Rito Escocés, ya mencionado, los polluelos son siete, suma de los tres anteriores y de los que representan a las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. El pelicano, en suma, es símbolo de voluntad activa del bien que se expresa en acciones justas y perfectas. He aquí un gran secreto iniciático que desarrollaremos en seguida, secreto que desde la antigüedad fue enseñado en los Santuarios de Egipto, de la India, de Persia, de Crotona y de Grecia. Pero antes de referirnos a este secreto, debemos ahondar en lo relativo al simbolismo del pelicano. Afirma la leyenda citada que cuando alimenta a sus polluelos con su propia carne, de su corazón mana sangre y agua, símbolos tradicionales de purificación, regeneración y nueva vida iniciática.

 El símbolo tradicional del pelícano ha sobrevivido a los siglos. En el antiguo Egipto aparece representando a Osiris. En el imperio medio egipcio, se grababan sobre los sarcófagos, las palabras de los hierofantes en cuanto se identificaban con el pelícano, que nutre a su cría con su propia carne. 

  La idea básica que a nivel antropológico transmite este símbolo es la del altruismo. Pero va esto mucho más lejos y he aquí el secreto al que aludíamos antes, pues se inserta en la ciencia de las acciones perfectas (llamada Naishkarmya por los Maestros hindúes). Tras desarrollar perfecta ecuanimidad interior (Samatwa) que posibilita al dominio de las emociones conduce a la síntesis de  los opuestos, el aspirante debe  investigar la verdad con mente desapasionada y justa, trascendiendo penas y alegrías, placer y dolor, atracción y repulsión, y eliminando las causas del dolor y el sufrimiento: la ignorancia, el deseo pasional, la cólera, la codicia, la envidia. El paso siguiente está precisamente simbolizado por el pelícano y consta de dos fases o componentes esenciales para el logro de las acciones perfectas, logro que es verdaderamente supremo (como se lo señala Sri Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gita). Estas dos componentes son el inegoísmo (Samnyasa) y la renuncia a los frutos de la acción que deben ser entregados como ofrenda a la Divinidad (Tyaga). Vale la pena analizar brevemente estos aspectos esenciales pues solo así quedamos desligados de los frutos de las acciones de acuerdo a la enseñanza de los más excelsos Maestros Espirituales. El Samnyasa significa, completo desapego mental de todos lo objetos, posesiones y actos de la vida, para ofrecerlos como ofrenda a la Divinidad. Es el ejecutar cada acción en forma inegoísta, plena y  espontánea sin pensar en resultados o recompensas. El Tyaga es la ofrenda de los frutos de la acción y del esfuerzo realizado a la Divinidad. Es la renuncia a los beneficios logrados y la entrega total de éstos y del propio ser a la Divinidad en forma voluntaria y conciente. No supone en forma alguna caer en la inacción y en la inercia. Por el contrario la Enseñanza indica que todos los seres deben emplear al máximo su voluntad, talentos y energías para progresar tanto en el orden espiritual como materialmente. Esto conserva el necesario equilibrio en la existencia.

 La misma doctrina aparece en el Taoísmo y vale la pena recordar aquí las palabras de Lao-Tse: "Crear sin poseer, trabajar sin retener, producir sin dominar".  

 

LOS MODOS DE DAR

                                                             

Modos de dar: 1

 

   "Hace falta algo más, tu has recogido, ahora tienes que sembrar”. He aquí planteado el problema de los modos de dar y de sembrar. 

  Los cuatro personajes de que nos ocuparemos representan, no solamente modos de dar (al enseñar, transmitiendo la doctrina esotérica tradicional), sino también el «dar en general», es decir los modos y maneras de practicar la caridad. 

  El primer personaje revela despreocupación e irresponsabilidad. Su actitud es negligente, por cuanto no se preocupa debidamente de que el precioso tesoro que él recibió, llegue a quienes debe llegar. Olvida que, en presencia de ciertas personas es un deber saber callar.  

Quienes no están calificados, en nada aprovechan la sabiduría que en ellos se derrocha y desprecian con insolencia tanto a ésta como a quien les quiere enseñar. 

La actitud indolente y descuidada revela además incoherencia en la expresión. No llega a cumplir su cometido pues no es comprendido en buena parte por su propia culpa.

Modos de dar: 2

  El segundo personaje sostiene al ánfora de otra manera. Ha logrado el punto de apoyo, pero hay demasiada rigidez en su actitud. Aquí la idea simbolizada es más clara, se trata de la transmisión literal y rígida, sin haber captado la plenitud y riqueza de los contenidos espirituales y significados simbólicos. Una vez más hay que repetir que no debe uno adherirse a la letra que mata, sino al espíritu que vivifica. La enseñanza no se expresa a través de recetas. A pesar de todo, además de haber logrado un punto de apoyo, sigue siendo negligente la actitud, pues el personaje no observa a quien ni a dónde va a parar el mensaje de naturaleza trascendental que él imparte. Su lección es rígida y carece de flexibilidad para pronunciar la palabra justa en el momento justo. No hay amplitud de criterio y, de este modo, tarde o temprano se cae en el dogmatismo fanático. Nunca va a permitir a otros superarlo ni aprender o discurrir aquello que está más allá de sus propios alcances y puntos de vista. 

Modos de dar: 3

  El tercer personaje domina evidentemente el ánfora y la maneja con soltura. Pero en él tampoco hay amor y en nada se preocupa en cuanto quienes van a recibir lo que él dispensa. No sabe entrar en el alma de los demás.

  Demasiado seguro de sí mismo, su transmisión se efectúa sin humildad, puesto que se considera único e irremplazable. No procura, en consecuencia, hacerse entender puesto que no se molesta en descender hasta las posibilidades de comprensión de los demás. 

 

Modos de dar: 4

  El cuarto personaje nos muestra la actitud justa y perfecta. En él hay sabiduría, pues ésta es el saber que ama y el amor que sabe. Todo en él revela una preocupación inmensa por que el mensaje llegue a quienes tiene que llegar y sea plenamente comprendido. Es la transmisión con el espíritu de la Sabiduría de las edades, el Rahasya (Secreto) de los maestros hindúes, que acompaña siempre a Diksha (la Iniciación), la enseñanza secreta, que es inseparable de la transmisión de la influencia espiritual que es la esencia de la iniciación. 

  

EL INICIADO

EL PRIMER LEÓN

ORGULLO CASTIGADO 

La soberbia nos puede perder, al hacernos tomar la parte por el todo y lo menor por lo mayor. Desgraciado aquel que pretende un día que su fragmento de verdad es el conocimiento absoluto. Como el león de la imagen, él también quedará literalmente malparado, solo y sin apoyo, con los pies en el aire. Descubrirá así que su sabiduría no era tan grande y que aún le restaba mucho por aprender. Debemos comprender que cuanto más se sabe, mayores son las responsabilidades y menor el derecho a vanagloriarse. Nada es más fácil que caer cuando se llega a un lugar elevado. El hombre que se cree justo, se prepara un lecho de cieno. 

 

EL LEÓN ALADO

 

  «Recuerda hijo de la Tierra que la luz de los Misterios es un fluido terrible puesto por la Naturaleza al servicio de la voluntad. Ella alumbra a quienes saben dirigirla y fulmina a los que ignoran su poder o abusan de ella».   

   Estas palabras de un hermetista, se aplican al caso que nos ocupa. De nuevo se reitera que quien más alto sube, de más alto puede caer. Es una ley oculta de la vida que la responsabilidad y los efectos kármicos no son los mismos para el sabio que para el ignorante. 

   Este segundo león es muy diferente del que analizamos en el grado anterior. El león alado que ahora vemos, ha encontrado el equilibrio entre el cielo y la tierra que al otro le faltaba, y todo en él es fuerza y vigor. Esto porque ha caído de sus ojos la banda fatal de los errores que lo cegaban, en particular el del orgullo.  Ahora el león se transforma en portador de un mensaje severo para el Iniciado, que es el que ya hemos visto. Su rol es alejar de nuestra conciencia toda idea malsana, todo egoísmo disolvente, todo pensamiento destructivo, toda soberbia separativa y absurda.                            

 

 

LA  CONTEMPLACIÓN  INTERIOR

DE  LO  DIVINO

 

  El hombre con los ojos vendados simboliza la contemplación interior de lo divino. La actitud de la figura es la de bendecir o consagrar. Tiene los ojos vendados y su semblante refleja paz y armonía. Nada precisa buscar fuera de sí, pues sabe que la Verdad se halla en su corazón. Esto hace recordar al Maestro Lao-Tse cuando decía "Sin mirar las ventanas se pueden conocer las sendas del cielo". Sirve el símbolo para resaltar la importancia central que tiene la práctica de la meditación. De ella no se puede prescindir desde el comienzo mismo de la Vía Iniciática. El problema reside en que se requiere recibir instrucción al respecto de un verdadero Maestro pues muchos irresponsables enseñan esta disciplina de manera falsa. Es difícil en estos tiempos saber distinguir entre lo verdadero y lo falso. Aquel que se adentra en una línea determinada debe asegurarse primero en la autenticidad de la enseñanza tradicional que representan las personas por las que se siente atraído, de entre las cuales surgirá su posible maestro.

  El sabio lo es por haber conocido su propia realidad interior. De ella emana su luz, su fuerza, su grandeza y el valor de sus enseñanzas. Y para citar a otro Iniciado y poeta, recordemos a San Juan de la Cruz: "Olvido de lo creado,..., atención a lo interior y estarse amando al Amado". Recalco aquí lo de "olvido de lo creado'. Esto se halla simbolizado por la venda en los ojos, pero no es indiferencia ni insensibilidad hacia el prójimo, como lo prueba la actitud de bendecir en la figura. Es recogimiento interior en la disciplina espiritual, la que comienza por irradiar amor a todos los seres y al Universo en su totalidad. A esta altura conviene plantear una cuestión doctrinal de la mayor importancia, debido a la confusión que reina respecto a los roles que juegan por un lado la devoción (o bhakti) y por otro la iniciación (o diksha). La devoción o bhakti no es otra cosa que la culminación natural de la experiencia religiosa. Es la vía pasiva de realización espiritual que se conoce actualmente con el nombre de misticismo. Es vía pasiva, pues supone la entrega total del propio ser a Dios, movido por la devoción y el amor. La meta u objetivo de la vía religiosa y mística es la denominada salvación que, por supuesto, nada tiene que ver con lo que suponen muchos idólatras ingenuos. 

  La salvación desde un punto de vista tradicional es simplemente la prolongación post-mortem de los estados personales para poder permanecer en la denominada "corriente de las formas", en condiciones más ventajosas, tanto en los planos sutiles como en el retorno al mundo físico. A esto apuntan también los ritos funerarios de las diferentes sectas religiosas.    

 La liberación (Moksha o Mukti) es, en cambio, el objetivo natural de la Vía Activa o Iniciática, compuesta de DIKSHA (Iniciación) y SADHANA (disciplina espiritual). La Liberación significa salir de la corriente de las formas por medio del acceso a estados suprapersonales que no pueden situarse ni en el espacio ni en el tiempo. Naturalmente esta es la Enseñanza Tradicional Esotérica, impartida en los Santuarios Iniciáticos desde la más remota antigüedad. Debe destacarse empero que la Liberación no supone un final ni es un estado límite. Es simplemente una etapa en el Brahma-Samipya o aproximación indefinida al Parabrahman, el Dios del Universo a través de estados del Ser de siempre creciente gloria espiritual. Este es el camino de la Vía Iniciática denominado en sánscrito el devayana o "sendero de los dioses". El camino propio de la vía pasiva o religioso-mística, es el pitriyana o "sendero de los lares", el que no rebasa los limites de la corriente de las formas. El problema medular que se plantea aquí es el siguiente: ¿Se puede recorrer el devayana, sin apego devocional que recaiga en una forma religiosa tradicional? La respuesta de la doctrina tradicional es categóricamente negativa. No solamente se requiere la devoción, sino que ésta debe cumplir con exigencias bien determinadas, so pena de resultar infructuosos los esfuerzos del aspirante. Este desde luego, es un tema cuya respuesta satisfactoria y completa exigiría escribir un libro entero. Sin pretender agotar el tema, digamos aquí lo siguiente: La componente devocional o bhakti, debe existir y  manifestarse, principalmente en dos formas. El aspirante debe cotidianamente entregarse a la Divinidad, no importa cual sea el nombre que le dé, adorándola como ser interno y esencia de la vida, entronizada en la cámara etérica de su propio corazón. Este sometimiento conciente a la Voluntad Divina es el paso previo esencial para vencer el posesivismo y la separatividad egoístas (El Swarta Dosha de que nos hablan los maestros hindúes). 

  El segundo punto esencial que resumimos brevemente, es la manera de adorar a Dios en las formas de meditación conocidas como: Saguna y Suddha -Dhyana (la anteriormente mencionada es la denominada Nirguna-Dhyana). Este es el misterio de la Shakti o personificación femenina del poder de Dios como Madre Divina. Ningún iniciado puede desconocer esta Ley en el orden metafísico en cuanto que la adoración a Dios debe siempre efectuarse concibiéndolo como inseparablemente unido a su Shakti o Poder, so pena de fracasar en la empresa. Como resulta casi obvio concretizar la idea de la Shakti a nivel de personalización en la figura de la Madre Divina, pues ello estimula y facilita la devoción, esto surge de modo diríamos espontáneo  como manera de alcanzar las altas metas espirituales. Hasta aquí lo que es verdadero a nivel devocional. 

  Lo que es absoluta y completamente falso es que sea necesario revestir esa componente de bhakti con formas rituales pertenecientes a determinada tradición religiosa. Esto último resulta incluso contraproducente pues ahora el esfuerzo del aspirante en pos de la Verdad se puede ver ahogado en los estrechos moldes del dogmatismo.  

 

 

LA CULMINACIÓN DE LOS MISTERIOS MENORES

 

EL PASAJE DE LA LUNA AL SOL

 

LA LUNA O LA RECEPTIVIDAD CONCIENTE

  En este estadio, como en otros posteriores, nos ocuparemos del simbolismo de la Luna y el Sol. Astrológicamente, la Luna representa entre otras analogías alma, emoción, receptividad, sentimientos e instintos. Claramente se simboliza aquí al sujetar el hombre a la Luna que él ya ha logrado dominarse. Las alas indican la elevación interior ya alcanzada. Es el logro de la “Maitrisse de soi” como bien dicen los franceses, la maestría o dominio de sí mismo, de la propia personalidad y emociones. No se trata de negarlas, pero si de colocarlas en el justo lugar que les corresponden. Nótese que algunas formas de actividad a las que el vulgo supone de muy elevado nivel, recaen dentro de la esfera lunar y no más alto. 

  Como bien señala René Guénon, en “El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos”, una de las características de nuestra época es la absoluta confusión que existe entre lo que es propio de la verdadera espiritualidad e intelectualidad y lo que es meramente psíquico. Esto último, por su naturaleza, hace a la esfera de lo lunar. Esto, en contraposición con lo solar, que es lo auténticamente espiritual e iniciático. Es sabido además que, a nivel astrológico, la Luna indica siempre lo masivo, el grupo humano desprovisto de especial calificación y cualidad, en particular en lo tocante a lo esotérico y tradicional. En contraposición, el Sol aparece representando a la élite de los iniciados desde este punto de vista que nos ocupa.

 

 LA GUÍA DE LA DEIDAD INTERIOR

  Aquí se produce el pasaje del Iniciado de un mundo a otro muy distinto. Nótese que aquí el Sol y la Luna han permutado sus posiciones tradicionales. No se refieren pues a la figura sino al lector o espectador, es decir que se transmite un mensaje. Aquí la Luna se halla más alta y el Sol está a su mismo nivel. Con esto se alude a purificación y elevación de emociones y sentimientos. Por eso las emociones y sentimientos que muestra un iniciado siempre serán de naturaleza superior a las del vulgo. Además que, a través de sus sentimientos, aparentemente de naturaleza lunar, puede estar trasmitiendo una verdad de naturaleza totalmente solar. Su Luna está a la misma altura que el Sol.

  Obsérvese en el dibujo que la Luna sigue sujeta, no así el Sol. Este no está sujeto sino que, por el contario, el hombre está sujeto de él y de ahí pende. La Luna representa al alma y el Sol al espíritu, la chispa divina o mónada eterna (Atma en sánscrito). Obsérvese cuidadosamente la posición de los dedos colocados hacia lo alto. Es la actitud del hierofante, el que recibe así energía espiritual y física de planos más elevados. La mitad inferior del cuerpo no ha sido representada en forma deliberada. La naturaleza inferior ya no cuenta al entrar de lleno en la vida del espíritu (Purusha), estando totalmente controlados los impulsos inferiores. 

 

LA ESPADA

O EL PODER DE LA PALABRA

 

"Word is a sword":  La palabra es una espada. Hace recordar el símbolo al aria de Rigoletto "Parí siamo: ío la lingua, tu il pugnale". La espada es símbolo del Verbo, del poder sagrado de la palabra. Una espada sale de la boca del Cordero en el Apocalipsis. En el Islam algunos imanes tienen una espada en la mano durante su prédica. La espada, además tiene un simbolismo axial, como eje del mundo. Esto es a nivel macrocósmico. A nivel microcósmico, es decir en el ser humano, la espada representa el hallazgo del equilibrio interior perfecto y, por ende, del poder que ello supone, el que deriva de la justicia y de la justeza de todos los actos. Supone el símbolo en definitiva, la capacidad de decisión y el poder juzgar. Por último, la espada representa tradicionalmente al VALOR y CORAJE. Sin ellos el individuo no avanza por sí mismo en la búsqueda de la Verdad sino que se aferra a las muletas de los dogmas y creencias, recayendo en la ignorancia, el fanatismo y la superstición.

 

EL ÁGUILA

O LA REALEZA CELESTE

  El águila es símbolo tradicional de la realeza y elevación y así se la considera a la vez ave celeste y solar. Es a menudo la imagen del elevarse por encima de las nubes y representaba, en consecuencia, la visión de Dios y, en general, la Teofanía para el simbolismo esotérico medieval. A esto se alude en la leyenda que narra que el águila puede mirar al sol de frente sin parpadear.   

  El águila, por lo visto, tiene una connotación de grandeza y, por tanto de soledad. La lección aquí contenida es que el Iniciado no debe perder de vista su rango espiritual. Para ello debe evitar ocuparse de asuntos mezquinos y de pequeñeces.  

  Con dignidad, pero sin vanidad, debe guardar el lugar que le corresponde aún cuando ello suponga que algunos se alejen de él. Y aún cuando baje para ser entendido o en cumplimiento de una decisión premeditada será capaz de volver a subir sin menoscabo de su integridad.

   Aquí se encierra una lección de severidad y firmeza  pues  él debe elevar su conciencia a Dios con la energía y la velocidad del águila, olvidando los asuntos terrenales y materiales, y, si no olvidarlo, sí desapegándose de ellos, ya que él puede actuar, puede crear, pero puede al mismo tiempo abandonar. 

  A nivel metafísico el águila corresponde a la fuerza, a una nueva fuerza que se manifiesta en este nivel en el Iniciado. Es el poder del Ser Interno, el Atma-Shakti.  

  El simbolismo del águila no es el único con esta última significación, pues es conocido el símbolo del grano de mostaza, de cebada o de mijo, que se halla tanto en los Evangelios como en los Upanishads hindúes. 

El iniciado, como un águila, volará alto, conservará la perspectiva de la altura en todo momento. Pasará como un rayo al lado de muchos y pocos o casi ninguno será capaz de seguirle. Podrá mirar al sol directamente, y pocos podrán o sabrán mirarle a él  directamente sin que algo se trasmute o se destruya en su interior.

 

EL FÉNIX O EL FUEGO PURIFICADOR

  El fénix es símbolo de inmortalidad pero este concepto merece y exige ser precisado pues normalmente se lo entiende mal. Por inmortalidad se suele interpretar vivir en una sucesión temporal indefinida cuando en realidad se trata de nacer a lo atemporal, a lo eterno que está fuera del tiempo y de la corriente de las formas a la que nos referíamos antes. Como el pelícano, el fénix es un símbolo tradicional y universal. Se lo encuentra en Egipto, en  Grecia, en Islam, en China y en el medioevo europeo. Aquí al fénix se lo asocia al fuego, de acuerdo a la leyenda según la cual esta ave fabulosa renace de sus cenizas. Naturalmente, esto alude a la Iniciación, que purifica y regenera a la naturaleza, a través de la muerte y el renacimiento. 

  La sigla asociada al fénix es INRI (Igne natura renovabitur integra: el fuego renueva por entero a la naturaleza) que coincide con la sigla que aparece en la cruz a nivel religioso exotérico. Se han ofrecido en la literatura esotérica muchas otras explicaciones de este símbolo, pero rara vez se plantea la cuestión en los términos siguientes. 

  El fénix corresponde al preludio de una vivencia interior suprema, de una experiencia iniciática elevadísima que es el contacto átmico, y a la que nos hemos referido antes. Esto significa que el aspirante se prepara para pronto alcanzar la comunicación o contacto de su conciencia ordinaria con la Fuente de Dicha Infinita que es la Conciencia Universal entronizada en la cámara etérica del corazón. Solo en ese momento comprenderá cual es su verdadero ser, cual es la esencia y gloria de su vida y que ésta es inmortal, sin edad, eterna. Es el tomar contacto con la llama interior (el Yoti) de que hablan los Maestros hindúes y a la que también se refiere Juan de la Cruz (la Llama de Amor Vivo). 

  Es este Fuego el que renueva la naturaleza por entero. Basta por cierto esta vivencia de dicha y gloria infinitas e inefables para comprender que la muerte es una mentira y un imposible, pues morir en un plano de existencia equivale indefectiblemente a renacer en otro. La Suprema Experiencia vital se halla ya próxima.

   Se completa con el fénix la trilogía de las aves (recordar a la paloma y el águila). Este tríptico hace recordar a otro análogo en los Misterios de Mitra, donde los Iniciados eran denominados Águilas, Halcones y Cuervos. Asimismo en algunos rituales del Grado 32 de la Masonería se menciona al cuervo, al fénix y a la paloma.

 

EL ÁNGEL

  El ángel simboliza tanto la ayuda de Dios que desciende sobre nosotros como al hombre que se eleva impulsado por sus aspiraciones espirituales. Con el ángel se completa un ciclo formado además por el águila, el toro y el león alado. A esto se le denomina un tetramorfo , y se conserva hoy, en el simbolismo de las órdenes iniciáticas, a veces unificando todo en una sola figura. Un ejemplo común de un tetramorfo unificado de esta manera lo constituye la esfinge, con cabeza de hombre, alas de águila, garras de león y cuerpo de toro. Vale la pena ahora, al completar el ciclo mencionado, describir con algún detalle este importante simbolismo. 

  Debe mencionarse, por ejemplo, que el tetramorfo tiene relación con la sagrada Tetractys de los pitagóricos. Esto es evidente pues existe una correspondencia entre los elementos de una y otra forma simbólica que es la siguiente: El hombre o el ángel corresponde al espíritu creador, representado por el uno. El toro corresponde a la materia y por extensión al reino de las dualidades (simbolizado por el dos). El águila a la unión del espíritu y la materia, síntesis de los opuestos y resolución de las dualidades en un nivel más alto (representado por el tres). El león a la forma manifestada (representada por el cuatro). En síntesis, y sin detenernos aquí en otros temas de interés, digamos que éste guarda estrecha relación con el precepto rigurosamente observado por los Iniciados en todos los tiempos y lugares:

 SABER, QUERER, OSAR, CALLAR 

  El hombre sabe por su inteligencia, debe querer con su voluntad (León), debe osar con valor y audacia (águila) y permanecer silencioso con fuerza (toro).

 En el símbolo que nos ocupa hay un detalle de gran importancia que debe ser mencionado. El ángel trae un mensaje, una Buena Nueva, anunciando el hecho maravilloso que pronto ha de tener lugar. Siempre el ángel simboliza lo que viene de lo Alto, de lo Invisible, la Gracia de Dios. La Obra al Blanco (albedo) alquímica ya está completada. Se anuncia así la tercera y última etapa de la Gran Obra Interior.

 

EL SANTO GRIAL O EL SOL EN EL CORAZÓN 

 

    La expresión del Iniciado refleja su divino e inefable éxtasis.

     La rubedo (Obra al rojo) se ha alcanzado y esto completa el ciclo de la Gran Obra interior.

    He aquí el secreto de nuestra Divina Herencia que es el contacto con la Fuente de Dicha Infinita, la Esencia de nuestra vida y la Gloria de nuestra alma. 

   

  Radiante como muchos soles mora un fragmento de Dios, de la Conciencia Universal en el Akasha o cámara etérica secreta de nuestro corazón.   

  La PIEDRA FILOSOFAL no nos lleva al oro vil sino al ORO FILOSÓFICO.

    Los antiguos Maestros decían crípticamente que los hombres que alcanzaban los Grandes Misterios veían el sol a mediodía, en medio de las más densas tinieblas. Para ellos la noche era tan luminosa como el día. La explicación es que, precisamente, veían el Sol Divino en su propio corazón y este Sol jamás se pone. Es bueno repensar esto en relación a la tradición polar hiperbórea...   

    Esto y no otra cosa es lo que buscaban los caballeros medievales con el nombre del SANTO GRIAL.

    Obsérvese que aquí el Sol refulge en el centro del pecho sobre el corazón.  El Yo Superior (Atma), es otra denominación para Dios allí presente en nuestro corazón. 

Es lo divino en nosotros, simbolizado antes por el IOD y ahora por la letra G en la estrella flamígera, símbolo microcósmico o sea del ser humano. La letra G puede corresponder al Santo Grial.

     Nótese que aquí la figura tiene alas. Es, como ya se indicó, el símbolo tanto de la espiritualización de la existencia del Iniciado como del amor y el sentimiento de protección desde la divinidad. 

  En el simbolismo del ala, se compara al Maestro o a las deidades con la gallina que, con sus alas, da refugio y protección a los polluelos.

  

LOS MISTERIOS MAYORES

LA RAMA SECA FLORECIDA

 LA COMUNIDAD DE LOS MAESTROS DE LA ORDEN DE MELQUISEDEC

EL CUERPO DE GLORIA

 

              En este último Grado se inician los Misterios Mayores y se retoma el tema de la rama seca con el que comenzaban los Misterios Menores. 

 Aquí empero la rama ha plenamente florecido y dado frutos. El simbolismo tiene distintos niveles de interpretación y es recóndito. "Busca la flor que debe abrirse durante el silencio que sigue a la tormenta y no antes. La planta crecerá y se desarrollará, echará ramas y hojas y formará capullos en tanto que continúa la tempestad y dura el combate. 

  Pero mientras la personalidad toda del hombre no se haya disuelto y desvanecido; mientras que el divino fragmento que lo ha creado no la considere como mero instrumento de experimentación y experiencia; mientras la naturaleza toda no esté vencida y se halle subyugada por su Yo Superior, no puede abrirse la flor.  

 Entonces sobrevendrá una calma como la que en los países tropicales sucede a una lluvia torrencial, cuando la naturaleza obra con tanta rapidez que puede verse su accionar. Una paz semejante se difundirá sobre el ánimo fatigado".

 La rama seca florecida corresponde a algo muy oculto que es la experiencia de la conciencia funcionando en el Anandamaya Kosha (o cuerpo de gloria) el más sutil y elevado del ser humano.  Este cuerpo se va formando progresivamente al ingresar la mónada o Atma en el reino humano, por un proceso de alquimia interior. Este último transmuta la materia ordinaria en materia divina (daivi prakriti), la que posibilita este género de experiencias inefables.

 El ser humano llega así a ser más que eso y se prepara para nuevas experiencias que tendrán lugar ya a nivel suprapersonal hasta abandonar por último la corriente de las formas (o sea el proceso de manifestación material).

 Análogo símbolo hallamos en "Tannhäuser", la célebre ópera de Richard Wagner. Tannhäuser, tras acudir a Roma en peregrinaje, no obtiene el perdón del Papa. Pero su báculo florece para indicar que Dios si lo ha perdonado.

  Es esencial señalar que en la Biblia (Antiguo Testamento), figura este mismo simbolismo con la significación que corresponde a este ciclo. En Números 17 leemos que cuando Jehová quiso elegir Sumo Sacerdote hizo que la vara seca presentada por Aarón diera yemas y flores y produjera almendras. Así se manifestó al pueblo que Aarón debía ser el elegido por su elevación espiritual: él había alcanzado el rango de sacerdote de la Orden de Melquisedec, o sea el pertenecer a la Jerarquía Espiritual que gobierna al mundo. Esto es, por cierto, el Misterio de los Misterios (como atinadamente lo denominó Ferdinand Ossendowski). 

Vale la pena buscar en el Antiguo y Nuevo Testamento las referencias a Melquisedec, Rey de Salem, Sumo Sacerdote del Dios Altísimo para siempre, sin padre ni madre, ni genealogía conocida. Véase al respecto Génesis, Cap. 14, el Salmo 110, (109 en algunas versiones) y San Pablo, Epístola a los Hebreos,7.   

 Las sectas religiosas guardan el mayor de los silencios sobre este Misterio y se limitan a comentar que es insólito que las Escrituras aclaren que Melquisedec no posee antepasados. El Misterio se aclara, sin embargo, si reflexionamos cuidadosamente sobre lo que afirma la Tradición Esotérica al respecto. Vale la pena referirse a  René Guénon, “El Rey del Mundo”, Cap. VI. Melquisedec es idéntico al Sanat-Kumara, el Logos Terrestre y el rango de su sacerdocio es mucho más elevado que el del Viejo o el del Nuevo Testamento pues pertenece por excelencia y en el más alto nivel al Orden Iniciático, mientras que aquellos solamente corresponden a sectas religiosas exotéricas. 

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